• 1650
  • Óleo sobre lienzo
  • 265 x 265 cm

Murillo representa la escena de noche, con una gran oscuridad, solo rota por la lámpara encendida en la parte superior y el efecto que ilumina el mantel blanco de la mesa donde aparece el cáliz y el rostro de Cristo. Un fuerte contraste entre luces y sombras, una iluminación violenta, que es lo que se conoce en pintura como tenebrismo. Jesús aparece mirando hacia arriba, en el momento de consagrar el pan, aludiendo a la Eucarístía. En primer término, Judas no atiende a la bendición dando la espalda. Como en muchas de sus obras, Murillo plasma en los rostros de los apóstoles a personajes populares de la vida sevillana del momento, contrastando con la nobleza y belleza del rostro de Cristo.