Cinegéticos

Los conocimientos cinegéticos son aquellos relacionados con el uso de artes, armas o medios apropiados para buscar, atraer, perseguir o acosar a los animales, con el fin de darles muerte, apropiarse de ellos o facilitar su captura.

Incluyen prácticas de caza menor (conejos, aves) y mayor (ciervos, jabalíes), así como la cetrería, un arte milenario que combina la biología y el entrenamiento de aves rapaces. Estas prácticas están profundamente arraigadas en la cultura humana, y han evolucionado para convertirse en una actividad regulada que busca el equilibrio entre la tradición, la conservación y el desarrollo sostenible.

Relación con los ODS

En el contexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la actividad cinegética juega un papel relevante, especialmente en relación con el ODS 15: Vida de ecosistemas terrestres, que busca impulsar un uso sostenible de los ecosistemas, combatir la deforestación y proteger la biodiversidad.

Estrategia de actuación

Quienes cazan y gestionan las actividades cinegéticas desempeñan un destacado papel en la vigilancia sanitaria de la fauna silvestre a través de la detección temprana de los posibles cambios producidos en los patrones de distribución de especies o la aparición de enfermedades relacionadas con el cambio climático. Asimismo, las prácticas de gestión cinegética pueden incluir la mejora y adaptación de hábitats para hacerlos más resistentes a los impactos del cambio climático, beneficiando tanto a las especies cinegéticas como a la biodiversidad en general.

Según el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC), es necesario analizar si resulta pertinente gestionar esta actividad para adaptarla a los cambios en el clima y contribuir así a la conservación y mejora de los ecosistemas, además de propiciar el equilibrio óptimo con otras actividades, usos y servicios del medio natural mediante una gestión cinegética adaptativa.

Así pues, la actividad cinegética, cuando se practica de manera sostenible y ética, puede ser una herramienta valiosa en la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático, contribuyendo simultáneamente a la conservación de la biodiversidad y al desarrollo sostenible de las comunidades rurales. Su integración en estrategias más amplias de gestión del territorio y conservación de paisajes culturales puede potenciar su papel en la lucha contra el cambio climático y en la preservación de conocimientos y prácticas tradicionales valiosas para la resiliencia de los ecosistemas.