Molinería

Los sistemas tradicionales de molienda, prensado o golpeo, que aprovechan la energía del agua fluvial o mareal, del viento o de la tracción animal, son ejemplos destacados de la interacción entre el patrimonio cultural y la sostenibilidad ambiental.

Estos mecanismos, documentados desde la antigüedad, incluyen molinos hidráulicos de río y mareales, eólicos de eje vertical u horizontal, y los denominados “molinos de sangre” accionados por animales. Su funcionamiento se basaba en principios mecánicos sencillos pero eficaces: las ruedas hidráulicas convertían la fuerza del agua en movimiento rotatorio mediante engranajes de madera, con eficiencias energéticas del 60-70% en sistemas bien conservados, mientras los molinos de viento empleaban aspas de tela o madera ajustables para capturar la energía eólica, logrando potencias de entre 3 y 5 kW en condiciones óptimas. La tracción animal, por su parte, utilizaba la fuerza de équidos o bóvidos para mover piedras de moler, especialmente en zonas sin recursos hídricos o eólicos estables.

Relación con los ODS

Estas técnicas se alinean directamente con algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El ODS 7 (Energía asequible y no contaminante) se materializa en el uso de energías renovables no contaminantes, como demuestran los molinos de viento mediterráneos del siglo XI, cuyos sistemas de compuertas regulables optimizaban el aprovechamiento eólico que reducen hasta un 40% las emisiones comparadas con métodos térmicos contemporáneos . El ODS 13 (Acción por el clima) se refleja en la mitigación del cambio climático mediante la reducción de emisiones, al sustituir combustibles fósiles por energías limpias en procesos agroalimentarios. La tracción animal o el aprovechamiento de la energía hidráulica contribuyen al ODS 12 (Producción y consumo responsables) al fomentar economías circulares locales, como evidencian los molinos ibicencos del siglo XIX que procesaban cereales y legumbres para autoconsumo, minimizando el transporte y los residuos.

Estrategia de actuación

La adaptación y mitigación del cambio climático son aspectos clave en la sostenibilidad de estos sistemas. Al promover el uso de energías renovables, se reduce la huella de carbono asociada a la producción de alimentos. La conservación de estos molinos tradicionales ayuda a preservar el patrimonio cultural y a mantener paisajes rurales que son esenciales para la biodiversidad y la resiliencia climática. Además, la tracción animal puede ser una alternativa sostenible en áreas donde las fuentes de energía renovable no están disponibles, aunque su impacto ambiental depende del manejo adecuado del ganado. La promoción de estos conocimientos tradicionales puede contribuir a la identificación de soluciones adaptativas para enfrentar los impactos del cambio climático en comunidades rurales.

En resumen, los sistemas de molienda tradicionales no solo son una parte valiosa del patrimonio cultural, sino que también ofrecen estrategias efectivas para la sostenibilidad ambiental y la adaptación al cambio climático. Su preservación y promoción puede constituir un recurso patrimonial en educación ambiental, que promueva unas prácticas hoy desaparecidas en muchos lugares del mundo, pero que permiten una mayor resiliencia y sostenibilidad como energías limpias. Al integrar estas prácticas en políticas de desarrollo sostenible, se puede fomentar un enfoque más holístico que combine la protección del patrimonio cultural con la mitigación del cambio climático.