Ignacio Nicolás López-Muñoz Martínez (ignacion.lopezmunoz.edu@juntadeandalucia.es)
Dpto. Historia del Arte, Universidad de Granada
julio, 2019
 
Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Granada.
Doctor por la Universidad de Granada.
Miembro del grupo de investigación HUM 362 de la Universidad de Granada.
Profesor de Enseñanza Secundaria y Bachillerato de la Junta de Andalucía.
 

Resumen

Mecenazgo artístico en la Granada barroca de un arzobispo humanista. Don Martín de Ascargorta (1693-1719). "Triumphus Fidei".

La completa valoración del arte barroco en Granada exige un conocimiento de las motivaciones ideológicas subyacentes a la creación artística. Desde esa premisa, procede analizar el patrocinio del Barroco granadino en las postrimerías del siglo XVII, identificado en la labor ejercida por el arzobispo D. Martín de Ascargorta (1693-1719). Su mecenazgo eclesiástico trasciende a la promoción y donación de obras, para articular un discurso de raíz humanista, en la búsqueda de la recuperación de un concepto áulico de las artes al servicio del ideal político de la Reconquista y, por otro lado, la dignificación de la sede episcopal granadina como síntesis del triunfo de de la fe cristiana. Los postulados reformistas católicos se hacen plástica a través del mecenazgo ejercido por el prelado Ascargorta en instituciones de especial valor simbólico como el Sacromonte, el Colegio Real de Sta. Cruz de la Fe de Granada, la Cartuja, la Universidad y, por supuesto, la Catedral de Granada.

El análisis de la personalidad del prelado-mecenas parte de una completa comprensión de su trayectoria biográfica desde su primera formación el el Colegio de la Asunción de Córdoba hasta su traslado a Granada. Ascargorta no perderá nunca los vínculos con su ciudad natal al contribuir a dotar con obras al citado colegio así como al Convento de San Francisco. Asimismo, se analiza el pensamiento teológico –de orientación escotista– del mitrado, el cual será fundamental en la definición temática de su mecenazgo.

Ascargorta constituye un paradigma de prelado humanista y reformista católico en la Granada barroca. Se trata de un personaje que desarrolla una dilatada carrera eclesiástica e incluso académica (fue rector de la Universidad de Granada en dos períodos comprendidos entre el 11 de noviembre de 1680 hasta marzo de 1681 y en 1689), canónigo (1662), visitador de Conventos en Sevilla, Obispo de Salamanca (1689) para finalmente culminar su carrera como Arzobispo de Granada desde 1693 hasta su muerte en 1719. A lo largo de su trayectoria biográfica desarrolla una fecunda labor como mecenas y protector de las artes, considerando al Arte no solo como eficaz medio transmisor de la doctrina cristiana, sino también como garante historicista de un pasado preislámico en Granada hacia el que dirige su mirada.

La historiografía ha prestado desigual interés por don Martín de Ascargorta como precursor humanista y mecenas del Arte de la Edad Moderna, siendo siempre reivindicado su papel como impulsor definitivo de las obras culminantes de la Catedral de Granada, entendido desde una personalidad culta y sensible, de raíces jesuíticas (fue colegial en el Colegio de la Asunción de Córdoba). No obstante, el carácter del prelado va más allá de la misión eclesial pastoral, gozando de una amplia visión en la que el Arte constituye un elemento esencial en su concepto evangelizador e historicista, puesto al servicio de altos ideales de promoción del abolengo cristiano en una ciudad conquistada como Granada, a la vez que el patrimonio se alza como manifestación plástica de un concepto religioso moderno del credo cristiano, llamado a trascender triunfalmente tras la redención de Cristo. El prelado Ascargorta constituye un paradigma en el mecenazgo artístico moderno en la medida en que interpreta el Arte desde un concepto al servicio del ideal cristiano del Triunfo de la Fe; la Catedral, cuya construcción culmina y alhaja, es entendida como un templo áulico para el espíritu cristiano, vindicando su génesis siloesca.

El prelado, de origen cordobés, representa en la Granada barroca al adalid del pastor reformista católico; de vasta cultura humanística, su personalidad estuvo caracterizada por el desprendimiento y la generosidad. Dichas cualidades serán alabadas por sus coetáneos y tendrán su trascendental expresión en la ingente labor de patrocinio artístico que D. Martín promueve desde su dignidad episcopal. Así, el Colegio Real de Santa Cruz de la Fe o la Abadía del Sacromonte serán algunas de las instituciones que se verán beneficiadas por su mecenazgo, pero será especialmente la Catedral la principal depositaria de sus desvelos. En ella, Ascargorta desarrolla una ambiciosa promoción edilicia, centrada en la asimilación de los postulados siloescos fundacionales del templo, que conciben la iglesia con un sentido triunfal. Desde esta premisa, el mitrado consolidará un programa decorativo que sanciona dicho axioma, el "Triumphus Fidei", especialmente mediante la construcción de los retablos del "Triunfo de Santiago" y de Nuestra Señora de la Antigua. Sin embargo, el patrocinio artístico de Ascargorta deborda el templo catedralicio para dotar al propio palacio arzobispal y a la Cartuja de Granada, e incluso al palacio de la Real Chancillería, la Universidad o al Convento del Santo Ángel Custodio. Se trata en suma de una destacada personalidad en la Granada del último Barroco, en la que por medio de su munificente mecenazgo artístico, asistimos a la rehabilitación historicista de una ciudad, capital del último reino ganado al Islam, que reivindica su pasado paleocristiano a la vez que se alza, ya en tiempos modernos, en trasunto de la nueva Jerusalén.

Reformismo católico y Humanismo complementan la compleja personalidad de Ascargorta en dos escenarios vitales durante su carrera eclesiástica y, especialmente, en su prelatura: La Abadía del Sacromonte y la Catedral de Granada. La Abadía, fundación trentina, representa para Ascargorta un pilar básico en la construcción de su teología, durante sus años como canónigo y que más tarde dotará y enriquecerá siendo prelado. Por su parte, la Catedral de Granada supone la imagen de un sueño imperial, la culminación de la cristianización del Reino de Granada en un concepto nuevo, triunfal, que aúna el éxito político y cristiano. Ascargorta retoma los postulados fundacionales de la sede granadina e idea un programa decorativo que proclamará a través del Arte la luz de la fe cristiana sobre la herejía musulmana, fundamentada en el éxito militar representado en la Capilla Real. Una nueva versión de la soteriología desde un prisma moderno, siendo Granada el trasunto terrenal de la nueva Jerusalén.