- 1656
- Óleo sobre lienzo
- 560 x 369 cm
Esta obra es la de mayor dimensiones que realizó Murillo. San Antonio de Padua es después de san Francisco de Asís el santo franciscano más popular. La pintura representa el momento en el que se le aparece el Niño Jesús en su habitación. La escena se divide en dos zonas bien diferenciadas: la terrenal donde aparece el santo y la celestial en la que está el Niño rodeado de ángeles. San Antonio viste el hábito marrón de la orden y figura arrodillado, con los brazos abiertos y dirigiendo su mirada al Niño. En la parte izquierda puede verse una mesa con un jarrón de azucenas como símbolo de la pureza y una serie de libros. Como suele hacer el pintor en muchas de sus obras, abre la escena a un fondo de arquitectura de estilo clasicista.







