• 1660
  • Óleo sobre lienzo
  • 166 x 107 cm

La Virgen María se representa en un interior casi oscuro y un haz de luz, ilumina su rostro y cuerpo. Aparece sentada y mira hacia arriba como contemplando a su hijo muerto en la cruz, gesticulando con las manos y padeciendo el dolor interiormente. Murillo no suele representar en sus cuadros temas relacionados con la Pasión de Jesús, siendo esta Dolorosa uno de los pocos ejemplos.