- 1668
- Óleo sobre lienzo
- 283 x 188 cm
- Procedencia: Iglesia del convento de los Capuchinos
Santo Tomás fue un monje agustino nombrado por Carlos V arzobispo de Valencia en 1544. Su vida se caracterizó por su ardiente caridad y, por ello, el papa Pablo V ordenó que se representara con vestiduras episcopales, dando limosna a los pobres. Precisamente, Murillo escoge ese momento y lo desarrolla en el interior de un edificio religioso clasicista. En el centro y de pie, figura el santo vestido con hábito negro, llevando la mitra y el báculo, y sobre su pecho, una cruz. En una mesa, se observan algunos libros sagrados abiertos que santo Tomás ha dejado de leer, para socorrer a mendigos, enfermos y tullidos, cuyos rostros reflejan que Murillo los escogió de la vida popular sevillana: el tullido medio desnudo que aparece de espaldas, el niño tiñoso expectante, el anciano que besa la moneda que acaba de recibir, la anciana con cara de desconfianza y la madre con su hijo en la parte inferior izquierda.