- 1668 - 1669
- Óleo sobre lienzo
- 283 x 188 cm
- Procedencia: Iglesia del convento de los Capuchinos
La representación de la Inmaculada fue uno de los temas favoritos de Murillo. En esta pintura destaca en el centro la figura de la Virgen María que mira hacia arriba, vestida con túnica blanca y manto azul, y apoyada sobre nubes y la media luna. Destaca la actitud de los ángeles, algunos acompañando al Padre Eterno y otros observándolo fijamente. Muy interesante es la actitud protectora del Padre Eterno que aparece en la parte superior, mostrándose con los brazos abiertos. También y bastante raro en las representaciones de la Inmaculada en Murillo, es la presencia del dragón o serpiente demoníaca en el ángulo inferior derecho de la pintura, el cual mira hacia arriba impotente ante la escena de la gloria de María.