- 1665 - 1666
- Óleo sobre lienzo
- 197 x 116 cm
- Procedencia: Iglesia del convento de los Capuchinos
Sobre un fondo de paisaje, aparece la figura de san Juan Bautista, aislado y como anacoreta (persona que vive en un lugar solitario, dedicado a la contemplación y a la penitencia) en el desierto, de pie y mirando hacia el cielo como pidiendo a Dios poder cumplir bien su misión de anunciar al Mesías. Viste una túnica corta o sayo de pelo de camello y, sobre ella, un manto rojo como símbolo de su martirio. Entre sus manos lleva una cruz de cañas con una filacteria (la cinta con inscripción que aparece al final de la cruz) en la que figura la inscripción: Ecce Agnus Dei (Este es el Cordero de Dios). Precisamente en la parte inferior se puede contemplar a un cordero que es al mismo tiempo símbolo de san Juan y de Cristo. Murillo demuestra en esta pintura el gran conocimiento que tenía de la anatomía del ser humano.















