Luces y sombras de la Lista del Patrimonio Mundial. Reflexiones a propósito del 50.º aniversario de la Convención del Patrimonio Mundial

Resumen

Medio siglo de aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial ha dado lugar a la configuración de una Lista que, aunque aspira a la mayor representatividad posible, se ha quedado corta en el reconocimiento de cierto patrimonio cultural y natural, especialmente de aquél situado en el Sur Global. Las causas (inintencionadas) de esta falta de reconocimiento son múltiples, aunque cabe destacar la disparidad entre la configuración del entramado institucional de la Convención, que refleja la práctica administrativa de los países europeos, y las recientes y, en ocasiones, deficientes instituciones de los países en vías de desarrollo. Si bien es cierto que la inscripción de ciertos sitios en la Lista del Patrimonio Mundial ha generado grandes beneficios, también ha desencadenado consecuencias nefastas para las comunidades locales que deben de soportar los costes económicos, sociales y culturales de un creciente turismo de masas homogeneizador y poco sostenible. Todo ello ha servido como caldo de cultivo para el surgimiento de sentimientos de rechazo hacia lo foráneo y de resentimiento hacia el propio sistema de patrimonio mundial de la UNESCO, poniendo así en riesgo la protección del mismo patrimonio cultural y/o natural. Como solución, la doctrina ha propuesto la inclusión de estas comunidades en los procesos de toma de decisiones relativos al patrimonio mundial, aunque la obligatoriedad de esta medida aún dista mucho de ser una realidad.